jueves, mayo 17, 2007

Bodrio

Ahora mi esposa, que es bióloga y pianista (intepreta magistralmente a Kachaturiam), se está reconciliando con Darwin y está dispuesta a terminar de leerse ese bodrio, dice, El origen de las especies, tantas veces abandonado. Lo más interesante de ese libro, que se relaciona quizás con el alto grado de aburrimiento que produce, es que nunca habla ni explica ni dice nada sobre el origen de las especies. Es posible que Darwin, en la intimidad de ese sufrimiento, de esa larga demora, lo supiera. Es posible que su genialidad se fundamente en este conocimiento. No es un disparate: a los genios se los reconoce aunque no hagan nada.
Enseguida me acordé de El perro andaluz, donde no aparece ningún perro andaluz ni no andaluz. Es lo mismo, pensé, aunque sea todo lo contrario. Una verdadera ironía, pues la ausencia de un perro andaluz en la película responde a una racionalidad, resulta consecuente con el propósito surrealista, pero que el origen de las especies no sea tratado en El origen de las especies es científicamente un despropósito.

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