sábado, diciembre 09, 2006

Libertad de expresión

En mi humide opinión, expresarse y más aún expresarse libremente es una actividad irresponsable, un ejercicio de la violencia. Porque el que se expresa supone la existencia de al menos un receptor que, en el momento de recibir el acto expresivo, está necesariamente sometido. De esta manera el discurso que ennoblece la libertad de expresión, considerándola un derecho incuestionable, margina un derecho tanto o más esencial: la libertad de recepción. El ejercicio de este derecho en un mundo plagado de manifestaciones expresivas, resulta cada día más difícil, por no decir imposible. Pero yo propongo una salida mercantilista. Propongo, que si usted, por ejemplo, escribe un artículo contra el individualismo o el colectivismo, y yo lo leo, usted me pague. Por supuesto, yo ahora debería pagarle a usted ya que por lo visto me está leyendo. Pero esto no sería problema porque yo podría pagarle a usted con lo que obtenga de la lectura de un artículo suyo o de otro. El articulista más leído, claro, sería el que más artículos ajenos tendría que leer para poder así pagar su gran fama, lo que le restaría quizás tiempo para producir los suyos propios. No se piense que así caeríamos en una injusticia de clase porque en este sistema la única moneda sería la lectura, la lectura personal, individual, indelegable. Se podría objetar que alguien, por tener recursos, podría dedicarse exclusivamente a leer artículos e incrementar así su fortuna. Pero esta objeción no prospera, ya que leer artículos se convertiría en un trabajo tan digno como cualquiera, y una persona sin recursos, si lo desea, podría dejar el trabajo que tiene para dedicarse a éste.